Avances y desafíos de la transición energética y el rol del hidrógeno verde en América Latina y el Caribe

Por Rubén Contreras Lisperguer, División de Recursos Naturales – CEPAL

Una de las principales preocupaciones de la CEPAL en estos tiempos de recuperación post-pandemia y los efectos económicos y financieros por la invasión de la Federación Rusa a Ucrania, es que la región debe seguir haciendo esfuerzos por avanzar hacia un cambio estructural progresivo y sostenido potenciando los sectores económicos bajos en carbono que puedan generar, al mismo tiempo, empleos verdes, inclusión, resiliencia ambiental y prosperidad, es decir brindar un gran impulso para la sostenibilidad (GIS) en la región. En este sentido, el hidrógeno producido mediante fuentes renovables o hidrógeno verde ofrece una oportunidad para hacer un aporte al GIS y acelerar transición energética justa, la que desde la CEPAL se define como un proceso que debe converger en una trasformación sostenible del sistema energético mediante: la disposición de políticas públicas, la adaptación de sus instituciones y la generación e implementación de especial regulación y certeza jurídica, con especial atención con aquellos países con alta disposición de energía fósil.

El desarrollo del mercado del H2verde supone una gran oportunidad regional, en especial para los sectores del transporte y la industria que representan más de 2/3 del consumo energético final (38,1% y 31,2% respectivamente en el año 2020). En consecuencia, cuestiones como la electrificación renovable y la utilización del hidrógeno verde como una posibilidad de almacenamiento para las renovables variables y como combustible ayudaría a reducir el consumo de combustibles fósiles y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero sustantivamente en los sectores de transporte e industria, más todavía si al quemar hidrógeno se sabe que deja tras de sí solamente vapor de agua.

Una de las características más notables del hidrógeno verde es que puede ser almacenado en forma gaseosa y/o líquida en diferentes tipos de contenedores (móviles y/o fijos) a gran escala otorgando enormes posibilidades de flexibilidad a la red eléctrica. Además, puede ser transportado y almacenado en otros compuestos portadores orgánicos como el amoniaco y puede ser la base para el desarrollo de combustibles sintéticos.

La CEPAL ha recibido el mandato de los países de la región para apoyar en la disminución de la inseguridad energética, puesto que son muchos los países altamente dependientes de las importaciones de hidrocarburo y combustibles fósiles. Por lo tanto, actualmente se están llevando adelante una serie de iniciativas y proyectos por parte de CEPAL (ROSE, FOREPLEN, BIEE[1], otros), así como estudios especializados orientados a los temas de: transición energética justa, incorporación de energías renovables, planificación energética, diseño y construcción de indicadores energéticos, seguridad energética, penetración de la electromovilidad e integración energética regional y más recientemente el H2verde como un factor clave para  lograr una transición justa, lograr una economía carbono neutral y convertirse en un motor para una mayor cooperación en integración y seguridad energética regional.

Para avanzar en este proceso de transición, la CEPAL recomienda seis pilares a considerar para que se realice de manera justa y sostenible:

  • Incremento de la energía renovable en la matriz.
  • Universalización del acceso a la electricidad basada en renovables (en América Latina y el Caribe hay 19 millones de personas sin acceso a electricidad).
  • Incorporar mayor eficiencia de los sistemas energéticos.
  • Gestión más sostenible de biocombustibles y reducción de los combustibles fósiles.
  • Mayor complementariedad e integración entre los sistemas energéticos de la región.
  • Construir seguridad y resiliencia energética regional ante choques externos.

Frente a este escenario, es evidente el rol activo y competitivo que puede jugar el hidrógeno verde en la concreción de estos objetivos. Es clave que las políticas y planes de para el desarrollo de hidrógeno verde incluyan toda la cadena de valor y no solamente la relacionada al uso final, a fin de poder desarrollar capacidades de industrialización y tecnología relacionadas a este combustible en la región. Lo anterior es clave, ya que la región aún carece de tecnologías apropiadas para la producción de hidrógeno verde, específicamente máquinas de electrólisis, por lo que se hace imperativo desarrollar capacidades para desplegar una industria que pueda operar desde la región, con expertos capacitados para su control y mantención. Sólo así se concretará la seguridad energética considerando toda la cadena de valor que supone la creación de una industria de estas características.

El hidrógeno verde se está convirtiendo rápidamente en uno de los temas prioritarios en la agenda energética de América Latina, en línea con los objetivos cada vez más ambiciosos de la región relacionados con el desarrollo, la energía y el clima. Gran parte de los países de la región ya cuentan con estrategias u hojas de ruta para el desarrollo del hidrógeno verde o se encuentran en proceso de elaborarlas. En los que hay mayor grado de avance existen asociaciones para promover el desarrollo del hidrógeno verde generalmente formadas por entidades públicas, privadas, academia y sociedad civil. También líneas de financiamiento público para proyectos piloto. Como una de las regiones lideres del mundo en cuanto al uso de energías renovables, la producción y uso de hidrógeno verde se constituye en un impulsor de la transición energética regional. Para ello es necesaria una participación activa de los gobiernos de la región como facilitadores de este proceso y entregando las garantías y certeza jurídica necesaria para atraer las inversiones necesarias desde el sector privado.

La eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles y los impuestos al carbono desincentivarían su uso, lo que sumado al notable abaratamiento de la electricidad basada en renovables, generarían condiciones de mercado muy competitivas para las energías limpias, incluido el hidrógeno verde. Es esencial contar con mecanismos de financiamiento que reduzcan los riesgos de los inversionistas, pero que a su vez sean capaces de desarrollar un entorno financiero competitivo y dinámico para el sector.

Finalmente, frente al rol que el hidrógeno verde tendrá en la transición energética justa es importante destacar que los países de la región tienen una oportunidad histórica de que este nuevo combustible no termine tratándose como una industria extractiva más de la región (minería, hidrocarburos). La CEPAL ha puesto a disposición de los países la instancia del Foro Técnico de Planificadores Energéticos, plataforma que se encuentra discutiendo el rol y los mecanismos de incorporación del hidrógeno verde en las matrices energéticas de los países. Se espera que junto a los planificadores energéticos de la región se avance en la adopción de políticas y regulaciones que apoyen el desarrollo del mercado y producción del hidrógeno verde como un motor de la reindustrialización sostenible bajo las premisas de la inclusión, descentralización y la integración regional.

En términos de cooperación energética existe un enorme espacio de trabajo, tanto en interconexiones eléctricas como en gasoductos. La integración energética genera múltiples beneficios respecto a seguridad energética, ahorro de inversiones y mayor eficiencia en la infraestructura. Las redes de gasoductos que conectan a distintos países tienen mayor densidad en Sudamérica y se pueden reconvertir para transporte de hidrogeno a un costo mucho menor que construir gasoductos nuevos. Un ejercicio de planificación de CEPAL muestra que con inversiones de US$ 811 mil millones la participación de renovables no hidráulicas aumentaría del 12,7% al 40% en la región, logrando una matriz de generación eléctrica del 100%, y a la vez generar 7 millones de empleos verdes. Esto además implica una mayor integración energética regional, e implicaría inversiones en nuevas tecnologías de generación, costos de construcción, operación y mantención de la infraestructura eléctrica, ahorrándole a la región más de US$ 40 mil millones y reduciendo en más de un 35% las emisiones respecto a las actuales planificaciones energéticas de largo plazo desarrolladas por los países de la región.

Hay otras áreas claves de potencial cooperación regional. En el momento actual se están discutiendo a escala internacional estándares y sistemas de certificación que garanticen la calidad del hidrógeno verde. Estas discusiones jugarán un papel crucial en el diseño futuro mercado del hidrógeno verde definiendo los requisitos para que un determinado hidrógeno sea considerado “verde”. A pesar de su importancia, hay poca participación de los países de la región y no se han consensuado aún posiciones comunes. Por otro lado, también hay un espacio para la cooperación regional en iniciativas internacionales de investigación y desarrollo, así como para asistencia técnica y capacitación de los países de América Latina y el Caribe, teniendo en cuenta la escasez de recursos para este tipo de inversiones.

[1] ROSE: Observatorio Regional de Energías Sostenibles (https://www.cepal.org/es/rose); FOREPLEN: Foro Regional de Planificadores Energéticos (https://www.cepal.org/es/foreplen); BIIE: programa Base de Indicadores de Eficiencia Energética

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